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Stock image of microscopic blood inside a vessel

CTH en San Diego Analiza las Enfermedades Cardiovasculares en los Jóvenes con Hemofilia

Este estudio, “Factores de Riesgo para la Enfermedad Cardiovascular en Niños y Jóvenes con Hemofilia”, fue publicado en la edición de junio de 2018 de Haemophilia.

Publicado 1 de noviembre de 2018

 

Según las personas con hemofilia viven más tiempo y alcanzan tasas de longevidad comparables con la población general, sus proveedores de atención médica continuarán encontrando retos clínicos inherentes al tratamiento y administración de pacientes que envejecen, entre estos retos, la enfermedad cardiovascular (ECV). Existen varios factores de riesgo establecidos asociados con la ECV, como hipertensión, sobrepeso, obesidad y un perfil lipídico anormal. Con este conocimiento en la mano y pendientes de la prevención, los investigadores del Centro de Tratamiento para Hemofilia y Trombosis de Rady Children's Hospital de San Diego (RCHSD) decidieron examinar los factores de riesgo de las ECV en algunos de sus pacientes con hemofilia más jóvenes. 

El autor principal del estudio fue director médico de RCHSD, Courtney Thornburg, MD, MS. Ella y su equipo de investigación se acercaron a los pacientes durante sus visitas de atención médica integral, reclutando finalmente a 43 varones con hemofilia A o B entre las edades de 5 a 20 años (edad promedio de 12 años). Los datos de los pacientes y la información adicional se extrajeron de una combinación de registros electrónicos de salud para datos clínicos, mediciones estandarizadas de peso, estatura, circunferencia de la cintura y presión sanguínea y exámenes de glucosa y lípidos. Los pacientes y/o sus cuidadores también completaron cuestionarios pertinentes para el historial médico, el estilo de vida y la historia familiar (HF).

Los resultados mostraron altas tasas de sobrepeso y obesidad entre los participantes. Los investigadores también observaron otros factores de riesgo de la ECV, entre ellos la (pre)hipertensión en un 28% y lípidos altos hasta el “límite extremo” en un 19% de los sujetos. Los niveles más altos de actividad física se correlacionaron con los niveles normales de peso, mientras que los pesos más altos se vincularon con mayor consumo de factor.  Siete participantes (16%) informaron una HF de ECV. Estos y otros hallazgos dieron lugar a que los autores presumieran que los factores de riesgo podían ser identificados y medidos como parte de una visita clínica integral y que las mejores prácticas para mitigar esos riesgos podrían ser incluidas por todo el equipo del CTH.

“Los HTC pueden utilizar recursos internos, que incluyen dietistas, terapia física (TF) y especialistas en vida infantil para recomendar cambios terapéuticos en el estilo de vida para una dieta saludable, además de evitar el consumo de tabaco y alcohol. Además, si los niños son identificados con sobrepeso u obesidad en una visita clínica integral pueden ser referidos al médico de atención primaria para seguimiento y/o a los programas de obesidad y comportamiento saludable, según corresponda. Los terapeutas físicos pueden realizar exámenes de las articulaciones y los músculos y proporcionar recomendaciones específicas a cada paciente para aumentar el acondicionamiento físico y la participación en deportes.

Los autores citaron limitaciones en el estudio. Los datos se basaron en una visita al CTH en vez de a lo largo del tiempo, lo cual es importante para el monitoreo a largo plazo de factores como el índice de masa corporal (IMC), la presión sanguínea y los perfiles de lípidos. Mientras que la actividad física, el tabaquismo y los datos nutricionales fueron recolectados sólo por autoreporte sin cuestionarios validados, los estudios futuros podrían ser aumentados usando registros de alimentos para medir la ingestión de calorías y el uso de acelerómetros para medir la actividad física.  Por último, los estudios futuros también se beneficiarían de la inclusión de un grupo de control saludable. Los autores observaron que al abordar ciertas limitaciones, los estudios futuros podrían ser más efectivos en la reducción de ECV, especialmente actuando en colaboración con el médico de atención primaria ("PCP", por sus siglas en inglés).

“En última instancia, se requerirán recursos para monitorear el impacto de las intervenciones sobre el índice de masa corporal (IMC), el colesterol, la hipertensión y la actividad física. Se necesitarán estudios adicionales para determinar si los CTH pueden asociarse con el PCP y los especialistas adecuados para promover la salud cardiovascular y la reducción del riesgo. Las intervenciones deberían incluir estrategias compartidas en la toma de decisiones para establecer objetivos realistas y métodos de autosupervisión”, concluyeron los autores.